domingo, 14 de febrero de 2010

The Lea Rig.



Recordar al poeta y campesino Robert Burns, gloria escocesa, es una buena manera de sucumbir al calendario. Roddy Woomble (uno de mis cantantes favoritos) mece la canción con su imperturbable serenidad mientras que el violín del gran John McCusker pone a flotar la melodía.

Let the dominoes fall.

En Let the dominoes fall hay una vuelta a lo básico con estupendos resultados. Punks, rocncaroleros, sincopados y folkies, Rancid renuevan su vigencia con un disco exultante y en el que se reivindican como referentes de la escena. La distinción de esta gente es modelar unas composiciones a base de guitarra-bajo-batería, despojándose de efectos y sobreañadidos y demostrando que la veterania no es una excusa para sacar discos. Y además está Civilian Ways, otro himno (pero esencial) para seguir respirando en el camino, aunque el polvo arrecie.

Adiós Tormenta.


Y parece otro más pero no lo es. Fabián, un cantautor de León, de aparente corte americano, obtiene oro, allí donde otros hallan mimetismo acartonado y superficial. Basta escuchar la cuidada reinvención de Todo lo demás del Calamaro de Alta Suciedad para apreciar la diferencia. Y es que Adiós Tormenta es un disco tan cálido y tan bien arreglado en su buscada voluntad melancólica que ya me resulta imprescindible. Una suerte de pop-folk mesetario y de provincias, alejado de los vicios urbanos más recurrentes. Hay aquí buenísimas canciones (Horas de luz, Lugares o la misma que da título al album), todas ellas aunadas por un tempo pausado y sin grandes afecciones. Evocación sonora de imágenes borrascosas, ocres o a media luz consigue además, lo más difícil: trasponer unas formas eminentemente anglosajonas a unos parajes locales y propios hasta armar un cancionero con matiz autóctono.

End Times.


En esa especie de “memorias” que acaban de traducirse, el fabuloso y disfrutable Cosas que los nietos deberían saber ( cuidadísima edición a cargo de la nueva editorial Blackie Books) Mark E. Everett, el hombre que se oculta al amparo de Eels, relata y transmite su decepción y temor cada vez que, terminado el disco, es rechazado por los ejecutivos de la discográfica de turno. Y a pesar de que ya son muchas las publicaciones y hay un patrón reconocible, es patente la impresión de que cada vez le preocupan menos esas recepciones negativas. Al escuchar la estremecedora The beginning, reverso oscuro de muchos de sus temas de amor costumbrista, creo apreciar que algo ha cambiado en su manera de hacer canciones. Todavía reciente el eufórico Hombre Lobo, este End Times, aunque de acogedoras melodías, es de escucha más árida y guarda algunas revelaciones para el oyente paciente.