sábado, 3 de septiembre de 2011

Diamond Mine.



Kenny Anderson es un veterano de la escena alternativa escocesa, extendiendo sus redes desde el folk y el rock y embarcado desde hace años en diversas historias unipersonales o compartidas con otros artistas como la efímera banda de culto Karthoum Heroes. También es el responsable de Fence Records, ese sello-comuna que en los últimos tiempos no ha parado de editar discos interesantes en un terreno musical indefinido pero siempre estimulante. Últimamente, Anderson funciona bajo el alias de King Creosote y es con esta encarnación que decidió sumar esfuerzos al inglés Jon Hopkins para componer y producir el inesperado álbum Diamond Mine. Las costas escocesas y en concreto, las playas y los pueblos pesqueros del East Neuk han servido de inspiración para dar vida a este relato, eminentemente artesanal, sobre un lugar y un modo de vida, varado en el tiempo y ajeno al ruido al que nos hemos habituado. La labor de Hopkins, productor y autor de bandas sonoras pasa por aportar sus grabaciones de campo y las brumas electrónicas que acogen los instrumentos y la voz lánguida de King Creosote. El resultado es intencionadamente discreto, pausado, pretendiendo ser descriptivo pero reservando su espacio para la sugestión. Un viaje abierto, costumbrista y romántico que parece murmurar sobre incontables vidas cruzadas e identificadas con un entorno que es el que ejerce de verdadero narrador.

The Hill.




Con este disco se presenta en sociedad James Walbourne, joven músico británico de ecléctica y prolongada trayectoria pero que por vez primera encabeza su propio proyecto. The Hill, es una agradable sorpresa en la que Walbourne ratifica sus dotes como guitarrista, hábil y siempre comedido y se revela como un convincente autor y cantante. Las canciones y el arte del disco, evocando el barrio londinense de Muswell Hill, construyen un entramado de historias, preferentemente urbanas, que remiten en su sonido al country y al blues en dialogo continuo con el pop británico de toda la vida y hasta un singular acercamiento a la raíz celta. Walbourne ha ejercido como músico de acompañamiento de Son Volt, Edwin Collins, The Pogues o The Pretenders y es ese bagaje el que se deja notar en el disco, un buen puñado de estilos puestos siempre al servicio de la canción y combinados con pasmosa naturalidad. Aquí, hay tradición y también renovación, esa frescura que quizás aporta el haber pasado tanto tiempo como músico de apoyo y sin la presión que impone el protagonismo. The Hill se rubrica con la participación de músicos de renombre como James Fernley de The Pogues o el prestigioso y ubicuo batería Jim Keltner.