Parece que se reunen para dar un concierto en una emisora de radio y sin embargo, están contribuyendo a un muestreo para una novedosa propuesta científica que habita entre la alquimia pictórica y la física. Un complejo artilugio revestido de espejos registra y distribuye las ondas que genera la música. El objetivo es atrapar el volumen del sonido a través de la refractación.
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