El título del último disco de Ry Cooder, te invita a que te sientes, te pares y te lo pienses un poco. En confianza, parece decir, que venimos del mismo polvo. Las fotos e ilustraciones del digipack combinan imagenes que ilustran algunos momentos que nos remiten a la lucha por los derechos civiles en décadas pasadas y a algunos desheredados de la vida. La dosis justa de autoindulgencia, letras informadas y de determinación. Abajo el cinismo y palabras claras para atestar al primer golpe a los banqueros, así, con maniqueismos y mirando desde abajo. El blues y el tex-mex nos salva y nos señala las piedras del camino. A partir de ahí, los crimenes y la emigración desde la frontera del sur, las víctimas de la guerra, el apoltronamiento amoral de los Jueces del Tribunal Supremo, la persecución de la diferencia y el asesinato de los forajidos en este mundo loco, loco. Y todavía queda tiempo para homenajear a John Lee Hooker postulándolo a Presidente y para marcarse una majestuosa balada con delirios de gringo enajenado.
domingo, 11 de marzo de 2012
Pull up some dust and sit down.
El título del último disco de Ry Cooder, te invita a que te sientes, te pares y te lo pienses un poco. En confianza, parece decir, que venimos del mismo polvo. Las fotos e ilustraciones del digipack combinan imagenes que ilustran algunos momentos que nos remiten a la lucha por los derechos civiles en décadas pasadas y a algunos desheredados de la vida. La dosis justa de autoindulgencia, letras informadas y de determinación. Abajo el cinismo y palabras claras para atestar al primer golpe a los banqueros, así, con maniqueismos y mirando desde abajo. El blues y el tex-mex nos salva y nos señala las piedras del camino. A partir de ahí, los crimenes y la emigración desde la frontera del sur, las víctimas de la guerra, el apoltronamiento amoral de los Jueces del Tribunal Supremo, la persecución de la diferencia y el asesinato de los forajidos en este mundo loco, loco. Y todavía queda tiempo para homenajear a John Lee Hooker postulándolo a Presidente y para marcarse una majestuosa balada con delirios de gringo enajenado.
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