Productor de qualité, compositor, interprete, además de cuñado de Madonna (la anécdota obliga), Joe Henry es ante todo, un entregado operario, siempre concienzudo y preciso a la hora de organizar los medios al servicio de una causa mayor como es el disco o la canción, ya sea para otros o para sí mismo. Pendiente de su nueva entrega, apunto de aparecer, reparo ahora en Civilians, extraordinario conjunto de canciones impregnadas de ese ambiente en blanco y negro que ofrecen las fotografías antiguas que acompañan el arte del envoltorio y en el que Henry, con cierta voluntad literaria ilumina con una equilibrada e irresistible solución de jazz, folk, country y blues. Las mejores esencias de la gran música americana sabiamente dispuestas para uno de esos discos que hacen compañía y en el que, pese a la fuerte personalidad que irradia, no ensombrece la calidad de cada una de sus canciones. Y es que, aunque arropado por instrumentistas de la talla de Bill Frisell o Jay Bellerose, no hay lucimientos a costa de rodeos innecesarios o ejercicios vacíos de contenido que desvíen la atención de las palabras o de las melodías. Por otro lado, Henry es exactamente como parece, sin ser un gran cantante, se hace cercano y se hace entender, tal y como se pudo comprobar durante su reciente visita a Zaragoza, donde su afabilidad y oficio potenciaba el disfrute de unas canciones, siempre atemporales y siempre portadoras de un sano misterio.
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