domingo, 28 de noviembre de 2010

Wake.


Lo de las “nuevas músicas” y la new age fue un cataclismo de género. Desde las comisiones que etiquetaban los discos, los alabarderos del “file under” sólo contribuyeron a fortalecer el elitismo del jazz y de la clásica. Fueron tantas las teorías que ensayaron en sus cuerpos vampirizados que al final no los reconocieron ni sus padres. Y así hasta esas venenosas portadas de tonos pastel que anunciaban “sonidos de la naturaleza”. No sé donde se empezó a estropear todo.

Habitantes ocasionales y forzosos de esa tierra condenada a desaparecer, Dead Can Dance desarrollaron su carrera parapetados por un sello de rock mutante como 4AD, adecuada presentación para un una banda que era un dúo compuesto por Lisa Gerrard y Brendan Perry que se manejaba entre formatos pop y la investigación etnomúsical desde postulados clásicos.

La fabulosa recopilación de 2004 titulada Wake constata la habilidosa elegancia con la que resolvían la ecuación de cuando la música contemporánea se reconocía en el barro alternativo y se hacía entretenida. Lo de la Gerrad es de escalofrío pero canciones como The Carnival is Over se te enganchan.

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