Porque se sube al escenario con lo primero que pilla del ropero y se presenta con un entusiasmo que no sabes si se va de marcha o acaba de conocerse, como cuando luego te explica que se acercaba a Zaragoza, millas de estepa semidesnuda y lo flipa cuando se da de bruces con la urbe. Y se conoce de memoria por lo menos sesentaiseis palos del rock and roll, y se sacude y retuerce acompañado de tres tipos feos que se presentan con el feliz nombre, imposible no aplaudirlo, de Homemade Sin. Y porque canta orgulloso, invitando al coro, un pequeño hit que reza I love your period y riega el suelo del escenario como cuando The Georgia Satellites y entre una cosa y otra, le produce discos a mi admirado Chris Knight. Y al final, con una camiseta empapada y los mechones pegados a la cara, canta Helpless y no pide disculpas por no ser Neil Young.
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