Scrubs. La mejor serie de hospitales y médicos se llama así, Scrubs y es también la mejor telecomedia sin risas enlatadas desde Sigue soñando (Dream on), aquella en la que un editor que ha pasado su niñez casi hipnotizado por la tele, relaciona todos los momentos personales de su vida con secuencias e imágenes de viejos seriales que intercala en sus vicisitudes diarias.
Scrubs (emitida por Canal + y con la primera temporada editada en DVD), en formato de 25 minutos, sigue la pista a J.D., un interno de un hospital, aficionado a la voz en off y al grupo de personas con las que comparte trabajo y aventuras personales: su mejor amigo que es un cirujano egolatra, la novia de éste que es una enfermera mandona, su eterna compañera que es una interna insegura y uno de los jefes, que es una especie “mentor a la fuerza”. Visto el tono y resultado, nos viene a ratificar también que no siempre el hiperrealismo es la mejor manera para hallar la veracidad en una obra de ficción y que el humor, en cambio (recordemos M.A.S.H.), si que es la mejor manera para conectar al público con la tragedia evidente que, por otro lado, no requiere ser subrayada.
Plagada de humor absurdo y de escenas surrealistas interaccionando con las presuntas “secuencias reales”, la gracia está en el conjunto formado por los personajes principales, esos secundarios memorables como el conserje psicótico y el abogado depresivo, la variedad que proporcionan las historias de los pacientes y unos guiones más que ocurrentes, divertidísimos y que funcionan mejor que cualquier libro de autoayuda, pues la serie no disimula su intención moralizante y aunque exhibe cierta amargura en algunos momentos, el mensaje es eminentemente positivo, como el de esas canciones que acompañan muchas de las secuencias finales en las que el protagonista, haciendo balance de lo “aprendido” por él y por cada uno de sus compañeros, se da cuenta de que si bien, quizás ha captado la moraleja, quizás también ha perdido algo para siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario