martes, 29 de enero de 2008

Deadwood.

Deadwood es una serie del oeste no recomendada para menores de 13 años pero hablan como en una no recomendada para menores de 18. Hablan por los codos y por los ojos. "Que el jurado se encierre en la habitación de las putas a deliberar", dice un Juez de apariencia sensata pero corazón tapado. En esta entretenida e interesante serie, llena de podredumbre, violencia, sexo y alcohol de garrafa, los personajes no son necesariamente buenos y malos. Hay indeseables y también hay espacio para le gente buena pero nadie es de una única pieza. Primera buena noticia: en el pueblo, Deadwood se llama, conviven personajes inventados pero no arquetípicos con alguna que otra figura histórico.

El lugar es un auténtico agujero al que acuden gente de todo pelaje a buscar fortuna, atraídos por el oro o huyendo de las consecuencias de la guerra. En todo caso, llegan allí a la desesperada en un momento de la Historia del país en el que justamente, no se sabe que va a pasar al día siguiente pues por un lado, la tensión con los Indios ha llegado a su punto de ebullición y necesita de la diplomacia para limar las actitudes beligerantes y por otro, desde el flanco vencedor de la contienda, y a base de abrir las manos a todas las corruptelas y sobornos que caigan, se afanan por centralizar un poder gubernativo y judicial fuerte que aferre, antes que la cosa pase a mayores, a esos territorios colonizados pero libres. Segunda buena noticia: en Deadwood hay gente que no son lo que aparentan y además son gente con visión. Por suerte no hay que escuchar a un protagonista y a una docena de personajes estúpidos porque en esta serie muchos tienen bastantes luces y los que no las tienen por una razón o por otra te terminan conmoviendo.

Al Swearenguen, es un personaje clásico que tiene reservado algunos de los momentos más violentos y algunos de los diálogos más divertidos. Además, siempre invita a fruta a sus contertulios. El hombre, además de su prostíbulo y salón, rige con mano de hierro el destino del pueblo hasta que le empiezan a crecer los enanos. Otro inolvidable es Seth Bullock, un ex-sheriff que tiene más porte andando que Burt Lancaster en Duelo de Titanes y más sabiduría en la mirada que Henry Fonda en Pasión de los Fuertes. Además, llora. Por supuesto, es un antihéroe clásico pero eso no es todo. Y esa es la Tercera Buena Noticia.

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