Deadwood es una serie del oeste no recomendada para menores de 13 años pero hablan como en una no recomendada para menores de 18. Hablan por los codos y por los ojos. "Que el jurado se encierre en la habitación de las putas a deliberar", dice un Juez de apariencia sensata pero corazón tapado. En esta entretenida e interesante serie, llena de podredumbre, violencia, sexo y alcohol de garrafa, los personajes no son necesariamente buenos y malos. Hay indeseables y también hay espacio para le gente buena pero nadie es de una única pieza. Primera buena noticia: en el pueblo, Deadwood se llama, conviven personajes inventados pero no arquetípicos con alguna que otra figura histórico.
El lugar es un auténtico agujero al que acuden gente de todo pelaje a buscar fortuna, atraídos por el oro o huyendo de las consecuencias de la guerra. En todo caso, llegan allí a la desesperada en un momento de la Historia del país en el que justamente, no se sabe que va a pasar al día siguiente pues por un lado, la tensión con los Indios ha llegado a su punto de ebullición y necesita de la diplomacia para limar las actitudes beligerantes y por otro, desde el flanco vencedor de la contienda, y a base de abrir las manos a todas las corruptelas y sobornos que caigan, se afanan por centralizar un poder gubernativo y judicial fuerte que aferre, antes que la cosa pase a mayores, a esos territorios colonizados pero libres. Segunda buena noticia: en Deadwood hay gente que no son lo que aparentan y además son gente con visión. Por suerte no hay que escuchar a un protagonista y a una docena de personajes estúpidos porque en esta serie muchos tienen bastantes luces y los que no las tienen por una razón o por otra te terminan conmoviendo.
Al Swearenguen, es un personaje clásico que tiene reservado algunos de los momentos más violentos y algunos de los diálogos más divertidos. Además, siempre invita a fruta a sus contertulios. El hombre, además de su prostíbulo y salón, rige con mano de hierro el destino del pueblo hasta que le empiezan a crecer los enanos. Otro inolvidable es Seth Bullock, un ex-sheriff que tiene más porte andando que Burt Lancaster en Duelo de Titanes y más sabiduría en la mirada que Henry Fonda en Pasión de los Fuertes. Además, llora. Por supuesto, es un antihéroe clásico pero eso no es todo. Y esa es la Tercera Buena Noticia.
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