No recordaremos a Mark Wahlberg por su redención artística tras New Kids... o por interpretar a un alter ego de John Holmes sin veneno. Por el contrario, su auténtico mérito dentro de la industria del entretenimiento radica en su papel de productor ejecutivo de una de las series más divertidas de la televisión. Sí, al parecer sabe como poner el dinero y sorprendentemente, se ha visto inmerso en un producto que supera la mera anécdota del “cine dentro de la tele” y de la crítica autocomplaciente del show business para engancharnos con una historia mordaz que sólo aspira a entretener y que de tan pocos propósitos que aparenta se convierte en imprescindible.
“El cine dentro del cine” se halla varado en los 90 y la televisión recoge el testigo con más gracia y con más precisión: Vince Chase es una estrella de Hollywood en ciernes que disfruta con relajo su esforzado ascenso a la fama junto a su grupo de allegados y necesitados. Está el amigo responsable y máximo consejero-confesor, su hermano que es un actor sin suerte venido a menos y el colega aprovechado que también hace su papel.
Magnético el personaje de Ari Gold, ave rapaz de la representación artística con la lengua más afilada del oficio que luce en unos diálogos regodeantes plagados de nombres propios. Además, Drama y Tortuga (el hermano y el colega) son una de las parejas cómicas más efectivas de la tele sin apelar a los clichés y contrastes habituales. La apología del hedonismo y el difícil arte de la “endoreferencia hollywoodiana” en su máxima expresión. Todo ello, con trazo claro y sin mensaje.
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