domingo, 28 de noviembre de 2010

Wake.


Lo de las “nuevas músicas” y la new age fue un cataclismo de género. Desde las comisiones que etiquetaban los discos, los alabarderos del “file under” sólo contribuyeron a fortalecer el elitismo del jazz y de la clásica. Fueron tantas las teorías que ensayaron en sus cuerpos vampirizados que al final no los reconocieron ni sus padres. Y así hasta esas venenosas portadas de tonos pastel que anunciaban “sonidos de la naturaleza”. No sé donde se empezó a estropear todo.

Habitantes ocasionales y forzosos de esa tierra condenada a desaparecer, Dead Can Dance desarrollaron su carrera parapetados por un sello de rock mutante como 4AD, adecuada presentación para un una banda que era un dúo compuesto por Lisa Gerrard y Brendan Perry que se manejaba entre formatos pop y la investigación etnomúsical desde postulados clásicos.

La fabulosa recopilación de 2004 titulada Wake constata la habilidosa elegancia con la que resolvían la ecuación de cuando la música contemporánea se reconocía en el barro alternativo y se hacía entretenida. Lo de la Gerrad es de escalofrío pero canciones como The Carnival is Over se te enganchan.

En la montaña "todo es ella".



Uno Rojo División de Choque: El cuelgue con Eduardo Galeano desembocó en una descarga de funk-rock de guerrilla, enfebrecido de referencias panalatinas alucinadas. Como en un Apocalipsis Now nicaraguense, quemando y saqueando desde el corazón de la sierra hasta el Estadio Obras.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Envidio a Dan Baird.

Porque se sube al escenario con lo primero que pilla del ropero y se presenta con un entusiasmo que no sabes si se va de marcha o acaba de conocerse, como cuando luego te explica que se acercaba a Zaragoza, millas de estepa semidesnuda y lo flipa cuando se da de bruces con la urbe. Y se conoce de memoria por lo menos sesentaiseis palos del rock and roll, y se sacude y retuerce acompañado de tres tipos feos que se presentan con el feliz nombre, imposible no aplaudirlo, de Homemade Sin. Y porque canta orgulloso, invitando al coro, un pequeño hit que reza I love your period y riega el suelo del escenario como cuando The Georgia Satellites y entre una cosa y otra, le produce discos a mi admirado Chris Knight. Y al final, con una camiseta empapada y los mechones pegados a la cara, canta Helpless y no pide disculpas por no ser Neil Young.