viernes, 15 de agosto de 2008

El día de la madurez.

En 2005, Ben Lee nos dio una sorpresa tan grata como entrañable con aquel Awake is the new sleep. Un disco de sonido sencillo y recogido pero también evocador, animado y abierto. Un puñado de canciones confesionales, con sombras y salidas al sol que contaba además con algunos hits inapelables. Ahora, este australiano con pinta de despistado, regresa con Ripe, en plan eufórico y con el sonido robustecido a base de un acompañamiento más “rockero”. El comienzo es arrollador con ese Love me like world is ending y American televisión, canciones representativas de su estado vital pero que, de alguna forma, hasta le exponen a malentendidos. Y es que no es un “songwriter” dispuesto a todo para obtener el éxito comercial ni gasta una pose torturada. Tiene muchos “principios sentimentales”.

Hay que decir que el disco no mantiene el mismo nivel durante todas las canciones, ni de entrada genera esa sensación de estar ante una obra pop singular, que si que ofrecía el anterior. De hecho, se queda muy lejos del citado Awake... A pesar de ello, su escucha es adictiva y tras varios repasos, la valoración es la de estar ante una grabación con algunos buenísimos temas y con más caras de las aparentadas, con apreciaciones divertidas e irónicas, declaraciones apasionadas y algún retazo sombrío para que recordemos que no siempre, tras mucho esfuerzo, se consiguen las cosas que se quieren. Eso si, en tal supuesto, B.L. aboga por hacer acopio de paciencia e intentarlo de nuevo.

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