
También puedes leer mi postal - y perderte - en el siguiente enlace:
http://dersony.blogspot.com/2010/12/una-postal-de-htar.html

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Habitantes ocasionales y forzosos de esa tierra condenada a desaparecer, Dead Can Dance desarrollaron su carrera parapetados por un sello de rock mutante como 4AD, adecuada presentación para un una banda que era un dúo compuesto por Lisa Gerrard y Brendan Perry que se manejaba entre formatos pop y la investigación etnomúsical desde postulados clásicos.
Uno Rojo División de Choque: El cuelgue con Eduardo Galeano desembocó en una descarga de funk-rock de guerrilla, enfebrecido de referencias panalatinas alucinadas. Como en un Apocalipsis Now nicaraguense, quemando y saqueando desde el corazón de la sierra hasta el Estadio Obras.
Porque se sube al escenario con lo primero que pilla del ropero y se presenta con un entusiasmo que no sabes si se va de marcha o acaba de conocerse, como cuando luego te explica que se acercaba a Zaragoza, millas de estepa semidesnuda y lo flipa cuando se da de bruces con la urbe. Y se conoce de memoria por lo menos sesentaiseis palos del rock and roll, y se sacude y retuerce acompañado de tres tipos feos que se presentan con el feliz nombre, imposible no aplaudirlo, de Homemade Sin. Y porque canta orgulloso, invitando al coro, un pequeño hit que reza I love your period y riega el suelo del escenario como cuando The Georgia Satellites y entre una cosa y otra, le produce discos a mi admirado Chris Knight. Y al final, con una camiseta empapada y los mechones pegados a la cara, canta Helpless y no pide disculpas por no ser Neil Young.

Ese mensaje magnético, soterrado, encendido, confuso a veces pero siempre fruto de una necesidad y de una entregada concentración. No estoy totalmente de acuerdo con las pautas que para su confección facilitaba John Cusack/ Nick Hornby pero sí coincido en que cuando estás en estas el fin siempre justifica los medios. Tift Merrit también. Y que dificil era que cupieran todos los títulos de las canciones.


Como vives un concierto depende mucho del ánimo con el que te enfrentes/entregues al mismo. Esta semana, ha coincidido así y he visto unos cuantos en el Muévete Weekend de la sala Oasis y en cada uno, y como sucede en los festivales, predominaba un ambiente diferente: desde la rendida calidez de Tachenko hasta la jubilosa reverencia que ofrecieron a The Posies, pasando entre medio por el clímax propiciado por los fans con Lori Meyers o el público intimidado y descreído ante el rock negro de Tokyo Sex Destruction. El primer puesto del podium se lo puedo dar tranquilamente al magisterio de The Posies porque sencillamente, el concierto de presentación de Bandada Marina en el Teatro Arbolé el pasado viernes, jugaba directamente en otra liga: la de los eventos que sin haberlo previsto, y asumiendo el riesgo de que esto suene rimbombante, terminan desprendiendo el embargo de una emoción que resulta única.
Cada uno lo viviría a su manera pero era innegable que conforme fue avanzando el concierto, las canciones que nos iba regalando Alfonso Casasnovas, ahora pues como Bandada Marina, con mención especial para su hermana Piluka Casasnovas a las voces de acompañamiento y multitud de instrumentos y por supuesto Jaime Lapeña al violín, se iban impregnando del ambiente familiar y de la camaradería que llenaba el teatro, la melodía de Thousands Are Sailing de The Pogues ensamblada a Buscando, la inesperada entrada de la armónica de Gran Bob, el griterío y las pequeñas zancadas de los niños que corrían y bailaban en la primera fila, la honesta intensidad de Silavería o el inesperado y solemne punto y aparte de los Trucos de San Antón fueron algunos de los detalles mágicos que atravesaron el concierto.
Y terminada esa primera parte, la cosa fue todavía a más con recuerdo incluido para los que seguíamos a El Bosque, anterior banda de Alfonso Casasnovas, con un Detrás de unos versos tamizado por una cadencia percusiva casi caribeña y una selección de versiones que como decía mi amigo, ponía de manifiesto todas las conexiones: If I were Carpenter, una perfecta y desnuda Promesas rotas de Más Birras y por supuesto, un expectante Juanjo Javierre en lo que fue también un homenaje a una gran canción de su banda Mestizos, además de una algarabía musical de esas que quitan las penas y hacen que broten los abrazos. Y parafraseando a Casasnovas, como todo lo bueno vuelve, aún hubo propina para otro final, el de nada más y nada menos que Fisherman´s Blues de The Waterboys, canción poderosa y memorable versión, que nos halló en la platea completamente iluminados. Light in my head.
Me encanta ver a David Letterman presentando la actuación valiéndose del vinilo. Y en esta ocasión Drive-By Truckers, sobre un primario leit motiv de guitarras adosadas construyen una seca y resignada declaración que resume perfectamente el título de la canción. Nadie me dijo que sería fácil.


En Let the dominoes fall hay una vuelta a lo básico con estupendos resultados. Punks, rocncaroleros, sincopados y folkies, Rancid renuevan su vigencia con un disco exultante y en el que se reivindican como referentes de la escena. La distinción de esta gente es modelar unas composiciones a base de guitarra-bajo-batería, despojándose de efectos y sobreañadidos y demostrando que la veterania no es una excusa para sacar discos. Y además está Civilian Ways, otro himno (pero esencial) para seguir respirando en el camino, aunque el polvo arrecie.

