domingo, 9 de marzo de 2008

August and Everything After: Gran Novela Americana.

Se lleva lo de las Deluxe Edition. Generalmente, reediciones empaquetadas con detalle, “remasterizadas” y con el añadido de maquetas, descartes o temas en directo. En éstas, le toca el turno al August and everything after (1993), la magna y reverenciada opera prima de Counting Crows. Se acompaña un concierto grabado en el mes de diciembre de 1994 en Paris. El efervescente disco en directo recoge su debut casi al completo y recupera algún tema previo y algún otro que estaba por venir. Además, al disco original, se suman cinco bonus tracks, el más reseñable de los cuales, es la versión acústica del “himno folk” This land is your land.

Sólo dos discos les bastó a Counting Crows para convertirse en un caleidoscopio recurrente del rock americano. Con August and every day after deslumbraron con un conjunto de canciones de sustrato clásico, sabiamente producidas por T-Bone Burnett que se imponían solemnes con una maquinaria instrumental de mucha pegada, con letras cargadas de referencia locales y sentimentales y con gran ambición rockera. En el 93, el disco quedó algo eclipsado por el sobreradiado Mr. Jones. Con todo, era un disco que contiene muchas CANCIONES y muchos ambientes diferentes - épico, tradicional, recogido e íntimo, eufórico,...- y como todos los de los Counting Crows, concienzudamente trabajado en todos sus aspectos: desde el arte de la carpeta hasta el ultimo arpegio. Adam Duritz, autor y cantante de la banda se erigió aquí como voz personalísima y llena de matices y escritor de canciones a seguir.

Su siguiente obra, Recovering the satellites, ya fue objeto de algún cuestionamiento. Para mi, incomprensiblemente, pues el sonido renovado e irrepetible y alejado de las formas clásicas mas evidentes del August... les llevaba a otros lugares bien atractivos y de cuidada oscuridad. Lo cierto es que su influencia es innegable, y como autores de ese rock adulto y visceral, a la vez que muy generoso en lo musical, no conocen parejo; sí muchos imitadores. Lo tenían (y lo tienen) todo: canciones, músicos excepcionales, un cantante con un feeling único y un empeño en los arreglos musicales que hace que cada disco sea un apetecible banquete sonoro. De momento, y a la espera de la nueva entrega, rememoramos las historias y confesiones empañadas de este August and everything after (indiscutible titulazo, por otro lado).

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